
Colección Fundación ONCE. Madrid
Las nuevas tecnologías requieren de saberes antiguos
En este momento de la historia tal vez alguien pueda preguntarse por qué seguir pintando, por qué seguir dando vueltas a un proyecto aparentemente ya concluido cuyo desarrollo se ha ido configurando desde las cuevas prehistóricas hasta la pintura del siglo XX, si a estas alturas de la civilización contamos con una interminable lista de obras maestras, en las que todo lo importante parece estar ya expresado. Además, en las últimas décadas no han faltado quienes han gritado la pintura ha muerto, no hay nada que añadir, no merece la pena seguir pintando. Por otro lado, a estos "enterradores" se unen voces que culpan a los avances tecnológicos (TV, DVD, Internet...) de estar acabando con la pintura, de estar haciendo de la pintura algo totalmente inútil, anticuado o simplemente inconexo con las nuevas tecnologías.
Sin embargo, si concebimos la pintura como una forma de generación de imágenes virtuales, la apuesta por el uso de los nuevo medios en su generación es sólo una de las posibilidades en que las artes plásticas se pueden manifestar. Esta apuesta, sin duda, sólo es una forma distinta de «pintar», que en ocasiones puede ser considerada, entre otras cosas, una de las artes plásticas actuales. Por tanto, la utilización de las nuevas tecnologías no certifica en absoluto la desaparición o muerte de la pintura como tal.
Entiendo la pintura como una forma de pensamiento, una forma de pensar y expresar en «pintor», es una manera de ver y sentir que nos estremece desde los orígenes de la humanidad: así lo sentimos los «pintores que pintamos», así lo hemos heredado de los pintores que nos han precedido en siglos y siglos. Me identifico con la creación directa y sensible, cercana a la emoción.. La creación de mi obra se encuentra dentro de la vida que da el alma y el instinto de pintor. Ante todo soy un pintor que pinta.
Además, la pintura, en general, siempre nos ha posibilitado saber y sentir ciertas cosas que sólo ella ha sido capaz de hacernos tomar conciencia. Y en particular, una de las cosas que mis trabajos tratan de mostrar es que los nuevos medios tecnológicos pueden ser magníficos aliados de la pintura, ya que ensanchan sus campos de creación y posibilidades de investigación plástica. Hay saberes e intenciones que son propios y particulares del lenguaje de la pintura y, por tanto, necesarios en el sentimiento y en la expresión del pintor. Las nuevas tecnologías, como cualquier otra técnica o medio artístico, no eximen del conocimiento y dominio de lo acumulado en los avances plásticos de la historia del arte.
Por otro lado, hoy en día sigue existiendo una enorme zona del conocimiento en la que sólo la pintura puede seguir avanzando. Quizás seguimos pintando y tomando conciencia propia del pintor, porque cada época necesita esta particular clase de pensamiento, porque los pintores necesitamos indagar nuestra propia zona de creación que no coincide en todo con la de los que nos han precedido.
La utilización de los más variados soportes, ya sean físicos, pantallas, lumínicos, fijos, secuénciales, etc., no es lo relevante en la creación plástica; de hecho una misma obra puede ser concebida para distintas presentaciones según necesidades bien de la obra en sí o de los espacios disponibles. Además, creo que cada progreso técnico ha posibilitado avances para las artes plásticas y la tecnología actual es un ejemplo de ello, puesto que no es que haya acabado con la pintura, sino que, por el contrario, le ha aportado nuevas herramientas. Los artistas a lo largo de la historia siempre han usado las técnicas y tecnologías que la sociedad ha puesto a su alcance, todo ello para entender y expresa su época, para entender y expresar su propia identidad de pintor dentro de su época.
El problema está en que la fascinación por la tecnología se convierta en un mito, es decir, en dejarse arrastrar por la técnica, la inmediatez de sus impactos, y sus casi infinitos efectos y espectáculos visuales. Esto significaría dejar de lado y hasta olvidado el auténtico objeto creativo, corriendo así el riesgo de quedarse en el puro artificio.
Por todo ello, trato de desarrollar mi trabajo aunando experiencias del pasado, acumulando nuevos planteamientos, aplicando también los innovadores instrumentos que nos ofrecen las nuevas tecnologías, y defendiendo que las nuevas tecnologías requieren saberes antiguos.
Sin embargo, si concebimos la pintura como una forma de generación de imágenes virtuales, la apuesta por el uso de los nuevo medios en su generación es sólo una de las posibilidades en que las artes plásticas se pueden manifestar. Esta apuesta, sin duda, sólo es una forma distinta de «pintar», que en ocasiones puede ser considerada, entre otras cosas, una de las artes plásticas actuales. Por tanto, la utilización de las nuevas tecnologías no certifica en absoluto la desaparición o muerte de la pintura como tal.
Entiendo la pintura como una forma de pensamiento, una forma de pensar y expresar en «pintor», es una manera de ver y sentir que nos estremece desde los orígenes de la humanidad: así lo sentimos los «pintores que pintamos», así lo hemos heredado de los pintores que nos han precedido en siglos y siglos. Me identifico con la creación directa y sensible, cercana a la emoción.. La creación de mi obra se encuentra dentro de la vida que da el alma y el instinto de pintor. Ante todo soy un pintor que pinta.
Además, la pintura, en general, siempre nos ha posibilitado saber y sentir ciertas cosas que sólo ella ha sido capaz de hacernos tomar conciencia. Y en particular, una de las cosas que mis trabajos tratan de mostrar es que los nuevos medios tecnológicos pueden ser magníficos aliados de la pintura, ya que ensanchan sus campos de creación y posibilidades de investigación plástica. Hay saberes e intenciones que son propios y particulares del lenguaje de la pintura y, por tanto, necesarios en el sentimiento y en la expresión del pintor. Las nuevas tecnologías, como cualquier otra técnica o medio artístico, no eximen del conocimiento y dominio de lo acumulado en los avances plásticos de la historia del arte.
Por otro lado, hoy en día sigue existiendo una enorme zona del conocimiento en la que sólo la pintura puede seguir avanzando. Quizás seguimos pintando y tomando conciencia propia del pintor, porque cada época necesita esta particular clase de pensamiento, porque los pintores necesitamos indagar nuestra propia zona de creación que no coincide en todo con la de los que nos han precedido.
La utilización de los más variados soportes, ya sean físicos, pantallas, lumínicos, fijos, secuénciales, etc., no es lo relevante en la creación plástica; de hecho una misma obra puede ser concebida para distintas presentaciones según necesidades bien de la obra en sí o de los espacios disponibles. Además, creo que cada progreso técnico ha posibilitado avances para las artes plásticas y la tecnología actual es un ejemplo de ello, puesto que no es que haya acabado con la pintura, sino que, por el contrario, le ha aportado nuevas herramientas. Los artistas a lo largo de la historia siempre han usado las técnicas y tecnologías que la sociedad ha puesto a su alcance, todo ello para entender y expresa su época, para entender y expresar su propia identidad de pintor dentro de su época.
El problema está en que la fascinación por la tecnología se convierta en un mito, es decir, en dejarse arrastrar por la técnica, la inmediatez de sus impactos, y sus casi infinitos efectos y espectáculos visuales. Esto significaría dejar de lado y hasta olvidado el auténtico objeto creativo, corriendo así el riesgo de quedarse en el puro artificio.
Por todo ello, trato de desarrollar mi trabajo aunando experiencias del pasado, acumulando nuevos planteamientos, aplicando también los innovadores instrumentos que nos ofrecen las nuevas tecnologías, y defendiendo que las nuevas tecnologías requieren saberes antiguos.
G. T.
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